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miércoles, 22 de julio de 2015

PLANA MAYOR


PLANA MAYOR 
·        Pelegrín, cae  en el síndrome del Sísifo
Gaudencio García Rivera  

El surrealismo político que vive Veracruz no tiene parangón en la historia contemporánea del estado. La planeación político económica que puso en vigor en el 2010 el gobierno duartista con el slogan populista de la “prosperidad”, resultó un espejismo, un mito genial y una entelequia.
El último trecho del gobierno de Javier Duarte  -el más importante y vital para un gobierno saliente que permita saldar todos los pasivos económicos y humanos con los caídos por omisión o comisión-, en pleno 2015, a un año y seis meses de que concluya la accidentada administración local, está haciendo agua. Están en el ojo de la involución social.  
Los principales operadores de la Sefiplan, de la Secretaría de Gobierno, de la Fiscalía General del Estado, de la Secretaría de Seguridad Pública y de la coordinación general de Comunicación Social, han mostrado su incapacidad y su gris actuación para resolver los grandes pasivos sociales, económicos y políticos que arrastra el gobierno duartista con los mandantes.
Los pocos resultados que exhibía con grandilocuencia el gobierno de la prosperidad en las asignaturas de la multiplicación de nuevas fuentes de trabajo, seguridad pública, procuración y expedita aplicación de la justicia –donde se destinan millonarios recursos públicos que no se reflejan en la salvaguarda física y patrimonial de la sociedad-, restauración del maltrecho tejido social, se han venido a pique.
Las instituciones públicas de los tres poderes del Gobierno del Estado de Veracruz, organismos autónomos y descentralizados –sobre todo los contrapesos del Poder Ejecutivo-, han perdido credibilidad, certeza jurídica, objetividad y sentido social al grado que han exacerbado y provocado el encono de la burocracia  por la falta oportuna de las remuneraciones y conquistas laborales; de la retención ilegal de las participaciones federales a los 212 municipios del Estado; del rezago oprobioso de pagos a empresarios vinculados con la infraestructura social y prestadores de servicio; falta de pagos a los medios de pagos a los medios de comunicación, etc, etc.
Los grandes logros políticos y sociales del gobernador Javier Duarte, pírricos si se quiere, es mantener la entidad apenas y muy apretado a  medio nivel de los embates del crimen organizado –los plagios, crímenes, cobros de piso y desapariciones  están  a la orden del día-, para evitar que Veracruz no se convierta en un Estado disfuncional.
Ah, el otro logro que luce como el máximo blasón de su gobierno es el orgulloso nepotismo cruzado de él y de sus principales colaboradores. La familia del Poder Ejecutivo está en la nómina oficial. Esto es peccata minuta, comparado con la impresionante deuda pública que elevó unilateralmente sin ser cuestionado por los sumisos diputados de la LXIII Legislatura local.
Ante el creciente reclamo airado de una larga fila de proveedores del Gobierno del Estado, el titular de la Sefiplan Antonio Gómez Pelegrín, y el resto de los operadores duartistas se quemaron las neuronas para contener a los deudores, en una de las clásicas prácticas que aplica El Chapo Guzmán: te pago el 20% de la deuda rezagada. Y borrón y cuenta nueva. Me colgué de tus servicio y ahora no te pago, qué bribones.
Por supuesto, en lugar apaciguar los ánimos de los acreedores se multiplicaron los desdoros y anatemas contra de quienes se atreven a realizar propuestas fuera de la ley  que van en contra del marco del derecho de la sociedad democrática que integran la res pública y de los propios ordenamientos del gobierno duartista.
Es evidente, que la clase política gobernante ha caído en el síndrome del Sísifo político. Qué grave y que cinismo, pues.
                                               --oo0oo--               



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