PLANA MAYOR
·
Pelegrín, cae
en el síndrome del Sísifo
Gaudencio García Rivera
El surrealismo político que
vive Veracruz no tiene parangón en la historia contemporánea del estado. La
planeación político económica que puso en vigor en el 2010 el gobierno
duartista con el slogan populista de la “prosperidad”, resultó un espejismo, un
mito genial y una entelequia.
El último trecho del
gobierno de Javier Duarte -el más
importante y vital para un gobierno saliente que permita saldar todos los
pasivos económicos y humanos con los caídos por omisión o comisión-, en pleno
2015, a un año y seis meses de que concluya la accidentada administración
local, está haciendo agua. Están en el ojo de la involución social.
Los principales operadores
de la Sefiplan, de la Secretaría de Gobierno, de la Fiscalía General del
Estado, de la Secretaría de Seguridad Pública y de la coordinación general de
Comunicación Social, han mostrado su incapacidad y su gris actuación para
resolver los grandes pasivos sociales, económicos y políticos que arrastra el
gobierno duartista con los mandantes.
Los pocos resultados que
exhibía con grandilocuencia el gobierno de la prosperidad en las asignaturas de
la multiplicación de nuevas fuentes de trabajo, seguridad pública, procuración
y expedita aplicación de la justicia –donde se destinan millonarios recursos
públicos que no se reflejan en la salvaguarda física y patrimonial de la
sociedad-, restauración del maltrecho tejido social, se han venido a pique.
Las instituciones públicas
de los tres poderes del Gobierno del Estado de Veracruz, organismos autónomos y
descentralizados –sobre todo los contrapesos del Poder Ejecutivo-, han perdido
credibilidad, certeza jurídica, objetividad y sentido social al grado que han
exacerbado y provocado el encono de la burocracia por la falta oportuna de las remuneraciones y
conquistas laborales; de la retención ilegal de las participaciones federales a
los 212 municipios del Estado; del rezago oprobioso de pagos a empresarios
vinculados con la infraestructura social y prestadores de servicio; falta de
pagos a los medios de pagos a los medios de comunicación, etc, etc.
Los grandes logros políticos
y sociales del gobernador Javier Duarte, pírricos si se quiere, es mantener la
entidad apenas y muy apretado a medio
nivel de los embates del crimen organizado –los plagios, crímenes, cobros de
piso y desapariciones están a la orden del día-, para evitar que Veracruz
no se convierta en un Estado disfuncional.
Ah, el otro logro que luce
como el máximo blasón de su gobierno es el orgulloso nepotismo cruzado de él y
de sus principales colaboradores. La familia del Poder Ejecutivo está en la
nómina oficial. Esto es peccata minuta, comparado con la impresionante deuda
pública que elevó unilateralmente sin ser cuestionado por los sumisos diputados
de la LXIII Legislatura local.
Ante el creciente reclamo
airado de una larga fila de proveedores del Gobierno del Estado, el titular de
la Sefiplan Antonio Gómez Pelegrín, y el resto de los operadores duartistas se
quemaron las neuronas para contener a los deudores, en una de las clásicas
prácticas que aplica El Chapo Guzmán: te pago el 20% de la deuda rezagada. Y
borrón y cuenta nueva. Me colgué de tus servicio y ahora no te pago, qué
bribones.
Por supuesto, en lugar
apaciguar los ánimos de los acreedores se multiplicaron los desdoros y anatemas
contra de quienes se atreven a realizar propuestas fuera de la ley que van en contra del marco del derecho de la
sociedad democrática que integran la res pública y de los propios ordenamientos
del gobierno duartista.
Es evidente, que la clase
política gobernante ha caído en el síndrome del Sísifo político. Qué grave y
que cinismo, pues.
--oo0oo--
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