PLANA MAYOR
·
La
sombra del crimen organizado
Gaudencio García
Rivera
La sombra del
crimen organizado que ha
eclipsado al poder público, no ha
cambiado su conducta execrable del 2014 al 2015. Los patrones delictivos van a
la alza, ante la creciente impunidad, rabieta e impotencia de la sociedad. Las
altas esferas gubernamentales actúan con eufemismos y mimetismos. ¿Qué demonios
ocurre? ¿Quién o quiénes están fallando
con la tarea? ¿Quién debe ir al banquillo?
Increíble que las altas esferas gubernamentales
por tozudez, impongan la ceguera
ante la ola de delitos de alto impacto social que se registran en la geografía veracruzana. Cuatro de los
principales delitos de alto impacto están documentados por el Observatorio
Nacional Ciudadano. No son inventos. Hay crímenes de conciencia por el número de víctimas que han
sido ejecutados y no han sido esclarecidos.
No es la nota, el despacho o el cable del
periodismo amarillista, sensacionalista el que magnifica las tendencias a la
alta de los índices delictivos que ocurren en el territorio veracruzano –hay un
sector de la prensa que siempre se ha dedicado a explotar el morbo o a sacar
tajada de ello-, pero que el Poder Ejecutivo local intente justificar su
incapacidad, error o disfuncionalidad a la prensa en general, está equivocado.
Los números no mienten.
La prensa seria, crítica independiente, la
que está fuera de la férula del poder público, de la prensa totémica, de los escribanos
oficiales o de los cortesanos del poder público, no puede solazarse o ser
cómplice abyecto con las esferas gubernamentales para omitir el escenario del alza del porcentaje de
secuestros, donde Veracruz acapara los primeros lugares en el país. No hay
asimetrías en las estadísticas.
Los números son fríos, como el número de
ejecutados por no pagar el rescate. Los altos círculos del poder público son
miopes por obstinación y, en el discurso, imponen verdades de Perogrullo. Son
los avatares de la vida que sufren recurrentemente los ciudadanos de a
pie y la sociedad civil en un estado de derecho. Hay una obcecación patológica
por cometer los mismos yerros. Todo lo quieren
resolver desde la torre de marfil. Asumen la máxima clásica: no veo ni
escucho.
Los caminos sinuosos de Veracruz amenazan con
erigirse en un michoacanazo o en un infierno. A pesar del estridente blindaje
que han publicitado las altas esferas de la clase política en el poder de la
entidad, de norte, sur, oeste y este, el secuestro, extorsión,
asaltos, ejecución y desaparición están a la orden del día en cualquier
punto geométrico de Veracruz.
Minimizar los delitos de alto impacto social
que están golpeando a la sociedad civil y a los ciudadanos de a pie, sería un
irresponsabilidad de quienes tienen el báculo para garantizar la seguridad,
bienes y la integridad física de los veracruzanos. De ellos depende que
Veracruz no se convierta en un infierno
o caigamos en el controvertido Estado disfuncional.
Atomizados o no el crimen organizado y los
cárteles de la droga en los recientes meses del 2015 han estado calentando la
plaza Veracruz; desde el Pánuco hasta el Tonalá, la larga lista de ilícitos es
interminable, la PGJ, de Luis Ángel Bravo Contreras, y de la SSP, de Arturo
Bermúdez Zurita, de alguna manera se han visto rebasados por la delincuencia
organizada. Negarlo, sería una canallada, una bribonería.
La nueva estrategia de la SSP y de las
fuerzas castrenses no ha podido descabezar a las pequeñas bandas o grupos de
sicarios que se han desligado de los
cárteles de la droga, a pesar de que ahora se cuenta con una nueva herramienta
de tecnología de punta como es la geolocalización para inhibirlos y llevarlos
ante la justicia.
El gobierno duartista está obligado a
restablecer el orden y la ley en cualquier punto geográfico de Veracruz que sea
socavado, donde los transgresores han estado coartando las libertades productivas de los ciudadanos,
imponen tributos con la advertencia de “cooperas o plomo”, secuestran a
cualquier hora el día y de la noche, desaparecen a jóvenes para obtener ganancias ilícitas con
la “trata” de personas en el mercado de la prostitución.
Por fortuna, en Veracruz el gobernador Javier
Duarte no ha desmayado ni ha claudicado para capacitar, depurar y multiplicar
la Policía Modelo y extender el Mando Único de las fuerzas de la SSP en la
mayoría de los 212 municipios del estado, con
cierta reticencia de los alcaldes.
No se pueden negar los avances en esta materia, pero hasta ahora han
resultado insuficientes y limitados porque los grupos criminales están a la
ofensiva. Pero su cometido exitoso podría eclipsarse.
Duarte tiene el tiempo, el reloj encima.
Legalmente tiene un año y seis meses para entregar buenas cuentas a los mandantes. Políticamente tiene
lo que resta del año 2015 para entregar resultados óptimos en el campo minado
de la seguridad pública, al margen de lo que ocurra después del 7 de junio,
tanto en lo electoral –puede ser la debacle para el PRI-, como en lo legal por
los dineros públicos que reclama la Auditoría Superior de la Federación.
El 2016 será prácticamente un epílogo del
juego sucesorio de Veracruz. Lo que sembraron hoy lo están cosechando con
creces. Las denuncias que evidencian el buen manejo de los dineros públicos se
multiplican. ¡Lodo en abundancia, guerra de guerras mediáticas y muchas honras
caerán en el cochinero que está en la víspera!
Comentarios a gaugar55@gmail.com
o gau41@hotmail.com
--oo0oo--
No hay comentarios:
Publicar un comentario