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domingo, 6 de diciembre de 2015

Prosa aprisa


Prosa aprisa
Cabeza fría, porque el peligro acecha
Arturo Reyes Isidoro
Ni estómago ni corazón. Cabeza. Ni compadre ni amigo. Proyecto. Javier Duarte dijo en la ya histórica declaración del lunes 30 de noviembre que llegado el momento  va a analizar de manera “muy fría” quién es la mejor opción para sucederlo “y al momento de tomar la decisión, la voy a tomar con la cabeza. Bien me dijo el Presidente, no me puedo equivocar”.
En esto, yo creo en la sinceridad de Duarte. Porque la realidad se impone. En “Prosa aprisa” he venido comentando que al cordobés (en realidad nació en el puerto de Veracruz pero se identifica como cordobés), jefe político del PRI en Veracruz, le preocupa sobremanera no pasar a la historia como el primer gobernador que pierde una elección de gobernador.
Ése fue el principal argumento que utilizó para justificar la gubernatura de dos años por una sola ocasión a partir de 2016. El 12 de marzo pasado, durante un desayuno con columnistas expresó: “Soy un demócrata, creo en la alternancia, pero que le pase a otro pendejo” (Véase “Prosa aprisa” 13/03/2015: “El Gobernador, ayer, larga jornada”), para justificar por qué había promovido la minigubernatura, porque, dijo,  veía el riesgo de que por diversas circunstancias la oposición pudiera ganar en 2016.
En aquella ocasión, en la casa del licenciado Carlos Brito Gómez expresó:  “¡Señores, se los vuelvo a repetir: mi reforma (la de la gubernatura de dos años) no tiene nombre ni apellido de ningún candidato del gobierno. Se los digo hoy 12 de marzo de 2015, mi candidato como persona y militante veracruzano va a ser el del PRI, que tiene que ganar”.
Ante Erick Lagos Hernández y a Adolfo Mota Hernández, manifestó: “Se los he dicho, no se hagan ilusiones, y a Carvallo también que ya andaba inquieto (nunca mencionó a Alberto Silva Ramos entonces). No tiene dedicatoria mi reforma”.
Vale la pena recordar lo que dijo en aquella fecha: “No me puedo enojar porque mi proyecto va más allá. Tengo que ser tolerante, paciente, porque queremos la unidad, soy el factor de unidad. En ese sentido no puedo darme el lujo de encabronarme y mentarle la madre al que me dice tal o cual cosa” (al inicio de su charla había dicho: “Veo al PRI muy unido. No se ha ido nadie. Todos están adentro. Ha habido voces discordantes, pero se vale disentir. Antes todo era a güevo. Esos tiempos ya pasaron. Hay mayor apertura, respeto e inteligencia. He sido respetuoso de todos. Es un cambio que pregono y en el que creo, que nos da fortaleza y sanidad como instituto político y evito que se rompa. Hoy tenemos apertura más clara y abierta para respetar las diferentes voces”).
Y esto otro: “No es para poner a alguien mío, sino para que quede un priista. Por mi disciplina, amor y militancia priista, el candidato del PRI al Gobierno de Veracruz va a ser el que esté mejor posicionado”.
En marzo y en noviembre, su discurso no cambia. Decía yo que Duarte no come lumbre. Él, mejor que nadie, sabe que una equivocación suya lo hará pasar a la historia del estado como el primer gobernador priista que perdió una elección de gobernador. La sombra la tiene encima. El riesgo es real. El peligro acecha.
Más allá de toda la guerra sucia que el sistema priista ha emprendido y realiza contra la familia Yunes Linares-Márquez, panista, el jefe del clan expriista; más allá de todos los amagos en su contra, de las denuncias penales que han presentado contra dos de ellos, del bombardeo en las redes sociales al que los tienen sometido (muchos medios ya no siguen el juego en venganza porque les deben y no les han pagado) y de las mil formas e intentos que hacen para desaparecerlos del escenario público, para frenarlos en su ascenso político y en su carrera hacia la gubernatura (uno alcalde, de los mejores alcaldes del estado, otro diputado federal con comisión relevante, el tercero senador también con inmejorable posición), Miguel Ángel padre, Miguel Ángel hijo y Fernando están ahí,  firmes, convertidos en una obsesión para los hombres del Palacio de Gobierno, quitándoles el sueño y haciéndolos que se ocupen de ellos día y noche, las 24 horas del día. Con tantos ataques, creciendo incluso a costa de ellos.
El miércoles esta familia dio una demostración de fuerza política inobjetable cuando con motivo del segundo informe de trabajo del alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, realizó una gran concentración humana en una populosa colonia de la ciudad, reflejo de la aprobación por el trabajo realizado, pero también de la simpatía que despiertan y, en mucho, del rechazo al priismo por los malos resultados que como gobierno ofrece, una señal de cansancio ciudadano muy similar al que tenían los mexicanos en el año 2000 cuando hicieron perder al PRI por primera vez la Presidencia en 71 años.
Esta oposición no da lugar a experimentos en el PRI, a improvisación, a equivocación, a postular al amigo, al compadre, al socio, al cómplice, al integrante de la pandilla. Por momentos las aguas priistas se han salido de cauce, pero habrán de volver a él. De todos los que aspiran y se mencionan, en especial dos figuras han venido construyendo una candidatura desde hace años y están muy bien posicionados ante el electorado, que los hace los más competitivos: los senadores Héctor Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla.
Seis meses, de aquí a junio de 2016, no alcanzan para quien piense que con escaso capital ciudadano puede crecer al nivel de aceptación que tiene Miguel Ángel Yunes Linares, quien está arrancando con un empate técnico con sus parientes y familiares, los Yunes rojos. Si formaliza su candidatura, Miguel va a apretar el paso y va a crecer. Por el lado del PRI, el gobernador Duarte no tiene mucha tela de dónde cortar si no quiere que su partido pierda, que de todos modos, dada la enorme inconformidad social que hay, aun jugando con cualquiera de los dos senadores priistas no la tendrá fácil, nada fácil.
En mi tráfago diario con priistas prominentes, los he escuchado decir, o me lo han dicho en corto pero en abierto, que si su jefe político se equivoca, no dudarán en apoyar a Yunes Linares, al fin y al cabo viejo correligionario político de muchos de ellos y con quien, un buen número, mantiene amistad y la mantienen y la cultivan aunque en forma muy reservada. Duarte no se puede equivocar. Es cierto, hay muchas sopas, pero él no tiene muchas de donde escoger.
Aparentemente lo que resta de diciembre, toda la temporada navideña y de fin de año será de tranquilidad. Pero no será así. Por lo pronto, el senador Héctor Yunes Landa ha retomado el paso y ayer anduvo en la región de Orizaba, en Ixtaczoquitlán, y, para variar, apoyó las palabras del exalcalde de Pluviosilla, Martín Cabrera Zavaleta, en su momento fidelista de pura cepa, quien de su ronco pecho sentenció que “si no es Pepe ni Héctor y quieren imponer a un ave, nos va a cargar la chingada” (J. J. Enríquiez, Radiover).
El respetable mientras, comprando boletos de primera fila para ver la gran final.

¡Uf! Qué semana. Pásala bien lector. Cobíjate bien. En Xalapa empezamos a sentir ya los primeros efectos del Invierno, que luego es severo y no tarda en caernos.

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