PLANA MAYOR
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Los Mass Media y el poder público
Gaudencio García Rivera
La política de los Mass Media sexenal de cada gobernante en turno en Veracruz
se proyecta en línea vertical, ascendente, incluyente y plural. En función de
criterios, circunstancias y coyunturas, conforme avanza el mandato, adquiere
matices disímbolas, veleidosas, polémicas
y rijosas por el desgate natural de la imagen oficial del principal
conductor del poder público.
No siempre ha sido la regla,
hay sus excepciones que marcan la diferencia por muy abismales que sean las
crisis políticas o su Waterloo. La crisis es parte misma de la esencia política
para engrandecer o minimizar a los gobernantes, como lo definieron en su momento los genios Albert Einstein o
Winston Churchill.
El mensaje, el verbo, el
discurso, dirigido a las masas populares o a un determinado segmento de la
sociedad democrática –el mandante de la res pública-, tiene que ser certero,
sencillo, elocuente y corto para que impacte en la conciencia colectiva sobre
un tema específico, porque de lo contrario, corre el riesgo de convertirse en
un fracaso, en un refrito, un disco rayado o un plato recalentado.
Las crisis que enfrenta cada
gobierno sirven para crecer, demostrar y elevar la figura del gobernante con
ideas innovadoras, frescas y vanguardistas que permitan sentar las bases de una economía pujante para que el
lumpen se integre al desarrollo social. Winston Churchill o Franklin Delano Roosevelt nunca
se arrugaron ante los grandes desafíos que les deparó el destino.
En Veracruz la política de los Mass Media –“un
producto industrial y creación intelectual, con una especificidad que acentúa
las funciones sociales que desempeña”, de acuerdo con Pierre Albert en “La
revue francaise”- ha sido disímbola, controversial, privilegiada y beligerante con
vacíos legales en la obsoleta Ley de Imprenta y sus normas reglamentarias. De 1974 al 2016, ocho
gobernadores han sostenido una relación con los Mass Media de acuerdo con su
manual personal, entre filias y fobias, afectos y desafectos, con sentido
patrimonialista, desmarcándose de criterios legales para excluir a los medios
de comunicación críticos de la publicidad oficial.
Cada jefe de prensa del gobernante en turno
establece los criterios gubernamentales comerciales y políticos con los Mass Media,
donde la interlocución se basa
teóricamente entre el respeto institucional de la línea editorial, sin caer jamás en la sumisión
abyecta o descalificación banal o prejuiciosa contra el titular o los titulares
de los poderes del Estado y la Iniciativa Privada.
Por eso existen los puentes de comunicación.
Cuando un servidor público de los tres niveles de gobierno es acusado por un
sector o estamento de la sociedad de ineficaz, corrupto, burócrata, pérfido,
malvado o distorsionador del discurso oficial, tiene la obligación ineludible
de demostrar su inocencia por medio de réplicas o denuncias penales. Que no lo
haga, allá ellos, él o ellas es su conciencia.
Ocho gobernadores –todos del PRI-, de 1974 a
2016, han marcado paradigmas en los Mass Media. Unos más reconocidos por la
opinión pública y, otros, más repudiados que sería tema de otro análisis. Han
pasado 16 jefes de prensa ese lapso, todos han
tenido sus claroscuros, unos han sido más eficientes, un espejo del
poder público; otros, han sido pésimos, egocentristas, autoritarios y déspotas.
Tres fueron casos excepcionales como jefes de
prensa que se mantuvieron en su encargo. Edgard Hernández Rodríguez durante el
bienio de don Fernando Gutiérrez Barrios (1986/88) –el hombre leyenda, un
político que dejó honda huella en Veracruz-, Miguel López Azuara con Patricio
Chirinos Calero (1992/98), quien fue torpedeado por el entonces Secretario
General de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, para utilizar a su favor la
política con los medios de comunicación, y Juan Alfredo Gándara Andrade con Fidel
Herrera Beltrán (2004/10).
Cinco gobernadores rompieron la hegemonía del
único Jefe de Prensa. Rafael Hernández
Ochoa (1974/80) tuvo tres jefes de Prensa y un encargado de Prensa. El
extinto profesor y bien ponderado José Miranda Virgen, Lino Villanueva (poblano
que se coló a Veracruz) y Manuel Solares Mendiola. El Encargado de Prensa para
concluir el último año y seis meses de su gobierno, recayó en el viejo
reportero José Luis Counttolenc (desde muy joven ingreso al entonces
Departamento de Prensa).
Agustín Acosta Lagunes (1980/86) tuvo tres jefes de Prensa. Cecilio
García Cruz, el extinto Leogedario (Yayo) Gutiérrez Castellanos y Rafael Arias
Hernández. Dante Alfonso Rannauro Delgado (el cuatrienio 1988/92) contrató el
trío de Orlando García Ortiz, Juan Antonio Nemi Dib e
Ignacio Oropeza López. Miguel Alemán Velasco (2004/10) tuvo dos jefes de
Prensa. Sabas Huesca Rebolledo y Raúl Díaz Peimbert.
Y finalmente Javier Duarte de Ochoa, quien concluye
su mandato en el 2016, empleó a tres jefes de Prensa. Designó primero a Gina
María Domínguez Colio. Ha sido la única mujer que a rotó el hechizo de los
hombres en la jefatura de prensa. Estuvo Alberto Silva Ramos, un político con
el embrión del PRI. Y actualmente despacha Juan Octavio Pavón González. ¿Qué
paradigma dejará? ¿Cuáles son sus virtudes? Pronto lo sabremos. Comentario a gau41@hotmail.com
--oo0oo--
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