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martes, 15 de diciembre de 2015

PLANA MAYOR


PLANA MAYOR         
·        Los Mass Media y el poder público  
Gaudencio García Rivera

La política de los Mass Media  sexenal de cada gobernante en turno en Veracruz se proyecta en línea vertical, ascendente, incluyente y plural. En función de criterios, circunstancias y coyunturas, conforme avanza el mandato, adquiere matices disímbolas, veleidosas, polémicas  y rijosas por el desgate natural de la imagen oficial del principal conductor del poder público.
No siempre ha sido la regla, hay sus excepciones que marcan la diferencia por muy abismales que sean las crisis políticas o su Waterloo. La crisis es parte misma de la esencia política para engrandecer o minimizar a los gobernantes, como lo definieron  en su momento los genios Albert Einstein o Winston Churchill.
El mensaje, el verbo, el discurso, dirigido a las masas populares o a un determinado segmento de la sociedad democrática –el mandante de la res pública-, tiene que ser certero, sencillo, elocuente y corto para que impacte en la conciencia colectiva sobre un tema específico, porque de lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un fracaso, en un refrito, un disco rayado o un plato recalentado.
Las crisis que enfrenta cada gobierno sirven para crecer, demostrar y elevar la figura del gobernante con ideas innovadoras, frescas y vanguardistas que permitan sentar  las bases de una economía pujante para que el lumpen se integre al desarrollo social. Winston Churchill o Franklin Delano Roosevelt nunca se arrugaron ante los grandes desafíos que les deparó  el destino.
En Veracruz la política de los Mass Media –“un producto industrial y creación intelectual, con una especificidad que acentúa las funciones sociales que desempeña”, de acuerdo con Pierre Albert en “La revue francaise”- ha sido disímbola, controversial, privilegiada y beligerante con vacíos legales en la obsoleta Ley de Imprenta y sus normas  reglamentarias. De 1974 al 2016, ocho gobernadores han sostenido una relación con los Mass Media de acuerdo con su manual personal, entre filias y fobias, afectos y desafectos, con sentido patrimonialista, desmarcándose de criterios legales para excluir a los medios de comunicación críticos de la publicidad oficial.
Cada jefe de prensa del gobernante en turno establece los criterios gubernamentales comerciales y políticos con los Mass Media, donde la interlocución se basa  teóricamente entre el respeto institucional de la línea  editorial, sin caer jamás en la sumisión abyecta o descalificación banal o prejuiciosa contra el titular o los titulares de los poderes del Estado y la Iniciativa Privada.
Por eso existen los puentes de comunicación. Cuando un servidor público de los tres niveles de gobierno es acusado por un sector o estamento de la sociedad de ineficaz, corrupto, burócrata, pérfido, malvado o distorsionador del discurso oficial, tiene la obligación ineludible de demostrar su inocencia por medio de réplicas o denuncias penales. Que no lo haga, allá ellos, él o ellas es su conciencia.
Ocho gobernadores –todos del PRI-, de 1974 a 2016, han marcado paradigmas en los Mass Media. Unos más reconocidos por la opinión pública y, otros, más repudiados que sería tema de otro análisis. Han pasado 16 jefes de prensa ese lapso, todos han  tenido sus claroscuros, unos han sido más eficientes, un espejo del poder público; otros, han sido pésimos, egocentristas, autoritarios y déspotas.
Tres fueron casos excepcionales como jefes de prensa que se mantuvieron en su encargo. Edgard Hernández Rodríguez durante el bienio de don Fernando Gutiérrez Barrios (1986/88) –el hombre leyenda, un político que dejó honda huella en Veracruz-, Miguel López Azuara con Patricio Chirinos Calero (1992/98), quien fue torpedeado por el entonces Secretario General de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, para utilizar a su favor la política con los medios de comunicación,  y Juan Alfredo Gándara Andrade con Fidel Herrera Beltrán (2004/10).    
Cinco gobernadores rompieron la hegemonía del único Jefe de Prensa. Rafael Hernández  Ochoa (1974/80) tuvo tres jefes de Prensa y un encargado de Prensa. El extinto profesor y bien ponderado José Miranda Virgen, Lino Villanueva (poblano que se coló a Veracruz) y Manuel Solares Mendiola. El Encargado de Prensa para concluir el último año y seis meses de su gobierno, recayó en el viejo reportero José Luis Counttolenc (desde muy joven ingreso al entonces Departamento de Prensa).
Agustín Acosta Lagunes  (1980/86) tuvo tres jefes de Prensa. Cecilio García Cruz, el extinto Leogedario (Yayo) Gutiérrez Castellanos y Rafael Arias Hernández. Dante Alfonso Rannauro Delgado (el cuatrienio 1988/92) contrató el trío de Orlando García Ortiz, Juan Antonio Nemi Dib   e Ignacio Oropeza López. Miguel Alemán Velasco (2004/10) tuvo dos jefes de Prensa. Sabas Huesca Rebolledo y Raúl Díaz Peimbert.
Y finalmente Javier Duarte de Ochoa, quien concluye su mandato en el 2016, empleó a tres jefes de Prensa. Designó primero a Gina María Domínguez Colio. Ha sido la única mujer que a rotó el hechizo de los hombres en la jefatura de prensa. Estuvo Alberto Silva Ramos, un político con el embrión del PRI. Y actualmente despacha Juan Octavio Pavón González. ¿Qué paradigma dejará? ¿Cuáles son sus virtudes? Pronto lo sabremos. Comentario a gau41@hotmail.com
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