PLANA MAYOR
·
¡Albazos en puerta!
Gaudencio García Rivera
Qué curioso. Dentro de los
altos círculos del poder público la sociedad está curada de los albazos. Los
proyectos de ley del Tlatoani, que a
menudo suele ser unilaterales, controvertidos y asimétricos, avalados por la
maquinaria legislativa mayoritaria del PRI, se ejecutan pese a quién le pese,
le guste o no a la diezmada oposición y
a sus detractores.
Los mandantes nos hemos
acostumbrado que la cleptocracia y la partidocracia a punta del puño autoritario o de la sublime
o abierta cooptación, las leyes entran por qué entran. No importa que la
sociedad o los ciudadanos de a pie provoquen un pandemónium por la aviesa forma
y fondo del contenido de los proyectos de ley y de la abyecta sumisión del
Poder Legislativo.
Todas las iniciativas que ha
enviado el Tlatoani han sido aprobadas por abrumada mayoría priista y sus
satélites de la LXIII Legislatura local. Han sido trajes a la medida. No hay de
qué preocuparse. No hay riesgos ni habrá un juicio político ni para el
Tlatoani, ni para sus subalternos. Sólo el Congreso de la Unión podría
plantearlo y desaforarlo. Pero ni por asomo.
Lo que sí es una paradoja. Los
albazos, madruguetes o imposiciones del primer círculo del poder
público, han funcionado como el sueño de la autocracia ideal para la clase
política gobernante. Pero cuando los albazos provienen de quienes no son los
favoritos para suceder al Tlatoani, pegan al grito al cielo y se desgarran la
vestidura por invocar la democracia dirigida, a modo pues.
Es obvio, evidente que el
CEN del PRI y Los Pinos, no han emitido
todavía señales de humo blanco para determinar quién de los punteros o el
delfín, no delfines del Tlatoani será el candidato a la gubernatura de Veracruz
para el bienio del 2016/18. Según el calendario oficial del PRI, Veracruz
estará corriéndose el velo sucesorio para la tercera semana de enero del 2016.
No antes porque hay otros
estados donde se viene ventilando la sucesión gubernamental. Y sólo se están
manejando ternas, no quintetas, ni sextetas. Así que es muy remoto que se vayan
a incluir los otros delfines del Tlatoani: Adolfo Mota Hernández, Érick Lagos
Hernández o Jorge Carvallo Delfín. Y por supuesto, que se posesionen del
imaginario colectivo de los priistas.
La última palabra la tendrán
en Los Pinos, por mucho que se elucubren
entelequias o medias verdades. Por segunda ocasión el juego sucesorio de
Veracruz se decidirá entre tres aspirantes, como es público. Los senadores
priistas Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y el dirigente estatal del
PRI, Alberto Silva Ramos, delfín del Tlatoani, quien entró al convite como
calzador.
Héctor Yunes, de acuerdo con
el CEN del PRI, es el aspirante mejor posesionado y experimentado en el estado,
seguido de José Yunes y muy hasta atrás, figura Alberto Silva. Sólo un tsunami
político o un manotazo cleptócrata podría quitar el privilegio de ser el
candidato a Héctor, como ocurrió exactamente hace 5 años, en el 2010, cuando el
defenestrado entonces gobernador Fidel Herrera le aplicó la “voladora” al hoy
senador choleño.
En el 2004 el hándicap
sucesorio de Miguel Alemán Velasco el abanico se componía de 10 aspirantes, la
mayoría delfines de Alemán, pero por gajes del oficio político el exgobernador
y empresario tuvo que decidir por Fidel Herrera Beltrán como su sucesor. Aunque
más tarde se lamentaría por haber favorecido al tribuno de Nopaltepec y se
daría de topes, por su burda ambición por el dinero fácil y los negocios
extralegales.
En el 2010 fueron cuatro los
aspirantes que se disputaban la candidatura para suceder a Fidel Herrera.
Javier Duarte, Ranulfo Márquez Hernández, Héctor Yunes Landa y José Yunes
Zorrilla. En el rejuego sucesorio se quedaron Javier Duarte y Héctor Yunes. El
mejor posesionado era Héctor, pero el favorito de Fidel era y fue Javier. En
Los Pinos gobernaba el PAN con Felipe Calderón. Fidel se convirtió en el dedo elector, sin contrapeso de Los
Pinos.
Hoy, el epílogo es distinto.
En Los Pinos gobierna un priista y la sucesión en Veracruz la decidirá Peña
Nieto. No hay que hacerse bolas, ni hacer iris. Las aguas brumosas del océano
político de Veracruz están bajo control. Por qué tanta paranoia con el albazo
de Héctor Yunes del viernes 18.
Lo mismo sucedió con Alberto
Silva después del día 10 de noviembre, tras la visita presidencial a Coatepec
con las declaraciones del Tlatoani perfilando al tuxpeño y luego con el Consejo
Político Estatal del PRI del sábado 12 en Veracruz. Los punteros naturales
soportaron la guerra mediática del lodo y no pusieron el grito al cielo. Los
albazos formante parte del folclor. ¡No hay que pecar de ingenuos!
Se antoja difícil aunque no
imposible que surja entre bastidores el “caballo negro” en el juego sucesorio.
Pero si esto ocurriese cambiaría el paradigma político en Veracruz. Pero cómo
está el escenario erosionado en la entidad se requiere un político
experimentado, pragmático y que conozca como la palma de su mano el intríngulis
político. ¡Hay que estar listos! Comentarios a gau41@hotmail.com
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