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domingo, 20 de diciembre de 2015

PLANA MAYOR

PLANA MAYOR
·        ¡Albazos en puerta!
Gaudencio García Rivera

Qué curioso. Dentro de los altos círculos del poder público la sociedad está curada de los albazos. Los proyectos de ley del Tlatoani, que  a menudo suele ser unilaterales, controvertidos y asimétricos, avalados por la maquinaria legislativa mayoritaria del PRI, se ejecutan pese a quién le pese, le guste o no a la  diezmada oposición y a sus detractores.
Los mandantes nos hemos acostumbrado que la cleptocracia y la partidocracia  a punta del puño autoritario o de la sublime o abierta cooptación, las leyes entran por qué entran. No importa que la sociedad o los ciudadanos de a pie provoquen un pandemónium por la aviesa forma y fondo del contenido de los proyectos de ley y de la abyecta sumisión del Poder Legislativo.
Todas las iniciativas que ha enviado el Tlatoani han sido aprobadas por abrumada mayoría priista y sus satélites de la LXIII Legislatura local. Han sido trajes a la medida. No hay de qué preocuparse. No hay riesgos ni habrá un juicio político ni para el Tlatoani, ni para sus subalternos. Sólo el Congreso de la Unión podría plantearlo y desaforarlo. Pero ni por asomo.
Lo que sí es una paradoja. Los albazos,  madruguetes  o imposiciones del primer círculo del poder público, han funcionado como el sueño de la autocracia ideal para la clase política gobernante. Pero cuando los albazos provienen de quienes no son los favoritos para suceder al Tlatoani, pegan al grito al cielo y se desgarran la vestidura por invocar la democracia dirigida, a modo pues.
Es obvio, evidente que el CEN del PRI y  Los Pinos, no han emitido todavía señales de humo blanco para determinar quién de los punteros o el delfín, no delfines del Tlatoani será el candidato a la gubernatura de Veracruz para el bienio del 2016/18. Según el calendario oficial del PRI, Veracruz estará corriéndose el velo sucesorio para la tercera semana de enero del 2016.
No antes porque hay otros estados donde se viene ventilando la sucesión gubernamental. Y sólo se están manejando ternas, no quintetas, ni sextetas. Así que es muy remoto que se vayan a incluir los otros delfines del Tlatoani: Adolfo Mota Hernández, Érick Lagos Hernández o Jorge Carvallo Delfín. Y por supuesto, que se posesionen del imaginario colectivo de los priistas. 
La última palabra la tendrán en Los Pinos, por mucho que se elucubren  entelequias o medias verdades. Por segunda ocasión el juego sucesorio de Veracruz se decidirá entre tres aspirantes, como es público. Los senadores priistas Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla y el dirigente estatal del PRI, Alberto Silva Ramos, delfín del Tlatoani, quien entró al convite como calzador.
Héctor Yunes, de acuerdo con el CEN del PRI, es el aspirante mejor posesionado y experimentado en el estado, seguido de José Yunes y muy hasta atrás, figura Alberto Silva. Sólo un tsunami político o un manotazo cleptócrata podría quitar el privilegio de ser el candidato a Héctor, como ocurrió exactamente hace 5 años, en el 2010, cuando el defenestrado entonces gobernador Fidel Herrera le aplicó la “voladora” al hoy senador choleño.
En el 2004 el hándicap sucesorio de Miguel Alemán Velasco el abanico se componía de 10 aspirantes, la mayoría delfines de Alemán, pero por gajes del oficio político el exgobernador y empresario tuvo que decidir por Fidel Herrera Beltrán como su sucesor. Aunque más tarde se lamentaría por haber favorecido al tribuno de Nopaltepec y se daría de topes, por su burda ambición por el dinero fácil y los negocios extralegales.
En el 2010 fueron cuatro los aspirantes que se disputaban la candidatura para suceder a Fidel Herrera. Javier Duarte, Ranulfo Márquez Hernández, Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla. En el rejuego sucesorio se quedaron Javier Duarte y Héctor Yunes. El mejor posesionado era Héctor, pero el favorito de Fidel era y fue Javier. En Los Pinos gobernaba el PAN con Felipe Calderón. Fidel se convirtió  en el dedo elector, sin contrapeso de Los Pinos.
Hoy, el epílogo es distinto. En Los Pinos gobierna un priista y la sucesión en Veracruz la decidirá Peña Nieto. No hay que hacerse bolas, ni hacer iris. Las aguas brumosas del océano político de Veracruz están bajo control. Por qué tanta paranoia con el albazo de Héctor Yunes del viernes 18.
Lo mismo sucedió con Alberto Silva después del día 10 de noviembre, tras la visita presidencial a Coatepec con las declaraciones del Tlatoani perfilando al tuxpeño y luego con el Consejo Político Estatal del PRI del sábado 12 en Veracruz. Los punteros naturales soportaron la guerra mediática del lodo y no pusieron el grito al cielo. Los albazos formante parte del folclor. ¡No hay que pecar de ingenuos!
Se antoja difícil aunque no imposible que surja entre bastidores el “caballo negro” en el juego sucesorio. Pero si esto ocurriese cambiaría el paradigma político en Veracruz. Pero cómo está el escenario erosionado en la entidad se requiere un político experimentado, pragmático y que conozca como la palma de su mano el intríngulis político. ¡Hay que estar listos! Comentarios a gau41@hotmail.com
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