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domingo, 25 de enero de 2015

¿Democracia disfuncional?

PLANA MAYOR
Gaudencio García Rivera



    Contra todos los pronósticos de los malos augurios y profetas del desastre, Veracruz concluyó 2014, en términos generales, bien y a secas porque logró capotear los bretes más sensibles que lastiman a la sociedad: la narcoviolencia que genera una cadena de males endémicos y la menguada capacidad de la administración de justicia.

Pero trastabilló en lo democrático. Por más que la clase política gobernante y los sumisos diputados de las fracciones políticas, representados en la LXIII Legislatura local, trataron de maquillar y magnificar la iniciativa aprobada en diciembre de 2014 con el proyecto de decreto del Poder Ejecutivo que de un plumazo o poder omnímodo reformó el calendario político electoral de 2016.

Toda sociedad democrática que se jacte de contar con un pluralismo político y una libertad de opinión, manifestación y de expresión, busca siempre el perfeccionamiento de las normas y leyes que garanticen la participación del mosaico pluriétnico del Estado, para elegir con libertad a sus gobernantes.

Pero en Veracruz, una entidad eminentemente con raíces liberales y de la reforma juarista, donde sepultó en el pasado los vestigios del sombrío autoritarismo, verticalismo y la antidemocracia falaz y burda, ha vuelto a resurgir con todas sus letras, marcando un retroceso en la sociedad democrática en beneficio de una cofradía local que intenta perpetuarse más allá de los cánones de la ortodoxia política.

Por más argumentos baladíes, mimetismos y espejismos socioeconómicos de los protagonistas y tutores de la reforma político electoral, quedó evidenciada la mano perversa para frenar el avance de los punteros naturales para la sucesión gubernamental de 2016, donde concluye su periodo sexenal el actual gobernador Javier Duarte de Ochoa.

¿Democracia fallida en Veracruz? Desde el punto de vista de una sociedad democrática sería más bien una democracia disfuncional  porque la reforma política electoral aprobada en la segunda quincena de diciembre de 2014, beneficia a la élite política gobernante local, perjudica a los punteros del hándicap del juego sucesorio gubernamental que buscaban una competencia equitativa y justa por un sexenio y no por dos años, como lo establecía el calendario electoral.

Fue una puñalada trapera a la maltrecha sociedad democrática veracruzana, que arrastra de por sí la mala fama del sometimiento de la mayoría de los integrantes de los legisladores del PRI, de sus satélites y de la oposición del PAN, salvo sus excepciones, a las valencianas del Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo, en lugar de ser contrapeso, se encuentra prácticamente secuestrado por su par el Ejecutivo.

Se impuso el verticalismo, la asimetría y el divisionismo porque a corto plazo provocará el encono, la lucha sorda y la zozobra de la clase política priista, que se verá reflejada en las elecciones de 2016 con un grave costo para el partido gobernante, el PRI, pues la inconformidad que predomina en el entorno sin duda será capitalizada por los neopanistas y resentidos priistas.

Y sin contar, por supuesto, que en lo económico originará una fuerte sangría a las deterioradas finanzas del gobierno de Veracruz por el elevado costo que tendrá la campaña política electoral de quien sea ungido como candidato por dos años a la gubernatura veracruzana. La democracia se tambalea, llegó al tobogán.

AL CALCE… Guante blanco. La batalla que apenas comienza a dibujarse por la minigubernatura del 2016, donde la clase priista de todos los calibres se darán con todo lo que esté a su alcance –honras, apellidos y fortunas inexplicables de todos lados saldrán a relucir en la guerra del lodo que ya está en el vértice político-, hará falta un personero conciliador, serio, de carácter, de tablas en el oficio político, pero sobre todo, neutral que una a todos los priistas por la misma causa y el bienestar de los veracruzanos. Pero ¡cuidado!, aprovechando esta fisura priista por la debacle de la minigubernatura, el crimen organizado podría sacar provecho para llevar agua a su molino. Hasta ahora el nuevo vocero de la clase política gobernante, Juan Octavio Pavón González, mantiene un bajo perfil en el debate político y los mas medios, por el plagio del bloguero y activista social Moisés Sánchez Cerezo, como nos tenía acostumbrados su antecesor Alberto Silva Ramos. Hasta ahora el frente de guerra de la prosperidad lleva una clara ventaja sobre sus adversarios priistas. ¡No ha llegado todavía  el salvador que evite el cisma de la clase priistas! 

Comentarios a gaugar55@gmail.com


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