PLANA MAYOR
Gaudencio García Rivera
Contra todos los pronósticos
de los malos augurios y profetas del desastre, Veracruz concluyó 2014, en
términos generales, bien y a secas porque logró capotear los bretes más
sensibles que lastiman a la sociedad: la narcoviolencia que genera una cadena de
males endémicos y la menguada capacidad de la administración de justicia.
Pero trastabilló en lo
democrático. Por más que la clase política gobernante y los sumisos diputados
de las fracciones políticas, representados en la LXIII Legislatura local,
trataron de maquillar y magnificar la iniciativa aprobada en diciembre de 2014
con el proyecto de decreto del Poder Ejecutivo que de un plumazo o poder
omnímodo reformó el calendario político electoral de 2016.
Toda sociedad democrática
que se jacte de contar con un pluralismo político y una libertad de opinión,
manifestación y de expresión, busca siempre el perfeccionamiento de las normas
y leyes que garanticen la participación del mosaico pluriétnico del Estado,
para elegir con libertad a sus gobernantes.
Pero en Veracruz, una
entidad eminentemente con raíces liberales y de la reforma juarista, donde
sepultó en el pasado los vestigios del sombrío autoritarismo, verticalismo y la
antidemocracia falaz y burda, ha vuelto a resurgir con todas sus letras,
marcando un retroceso en la sociedad democrática en beneficio de una cofradía
local que intenta perpetuarse más allá de los cánones de la ortodoxia política.
Por más argumentos baladíes,
mimetismos y espejismos socioeconómicos de los protagonistas y tutores de la
reforma político electoral, quedó evidenciada la mano perversa para frenar el
avance de los punteros naturales para la sucesión gubernamental de 2016, donde
concluye su periodo sexenal el actual gobernador Javier Duarte de Ochoa.
¿Democracia fallida en
Veracruz? Desde el punto de vista de una sociedad democrática sería más bien
una democracia disfuncional porque la
reforma política electoral aprobada en la segunda quincena de diciembre de
2014, beneficia a la élite política gobernante local, perjudica a los punteros
del hándicap del juego sucesorio gubernamental que buscaban una competencia
equitativa y justa por un sexenio y no por dos años, como lo establecía el
calendario electoral.
Fue una puñalada trapera a
la maltrecha sociedad democrática veracruzana, que arrastra de por sí la mala
fama del sometimiento de la mayoría de los integrantes de los legisladores del
PRI, de sus satélites y de la oposición del PAN, salvo sus excepciones, a las
valencianas del Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo, en lugar de ser
contrapeso, se encuentra prácticamente secuestrado por su par el Ejecutivo.
Se impuso el verticalismo,
la asimetría y el divisionismo porque a corto plazo provocará el encono, la
lucha sorda y la zozobra de la clase política priista, que se verá reflejada en
las elecciones de 2016 con un grave costo para el partido gobernante, el PRI,
pues la inconformidad que predomina en el entorno sin duda será capitalizada
por los neopanistas y resentidos priistas.
Y sin contar, por supuesto,
que en lo económico originará una fuerte sangría a las deterioradas finanzas
del gobierno de Veracruz por el elevado costo que tendrá la campaña política
electoral de quien sea ungido como candidato por dos años a la gubernatura
veracruzana. La democracia se tambalea, llegó al tobogán.
AL CALCE… Guante blanco. La
batalla que apenas comienza a dibujarse por la minigubernatura del 2016, donde
la clase priista de todos los calibres se darán con todo lo que esté a su
alcance –honras, apellidos y fortunas inexplicables de todos lados saldrán a
relucir en la guerra del lodo que ya está en el vértice político-, hará falta
un personero conciliador, serio, de carácter, de tablas en el oficio político,
pero sobre todo, neutral que una a todos los priistas por la misma causa y el
bienestar de los veracruzanos. Pero ¡cuidado!, aprovechando esta fisura priista
por la debacle de la minigubernatura, el crimen organizado podría sacar
provecho para llevar agua a su molino. Hasta ahora el nuevo vocero de la clase
política gobernante, Juan Octavio Pavón González, mantiene un bajo perfil en el
debate político y los mas medios, por el plagio del bloguero y activista
social Moisés Sánchez Cerezo, como nos tenía acostumbrados su antecesor Alberto
Silva Ramos. Hasta ahora el frente de guerra de la prosperidad lleva una clara
ventaja sobre sus adversarios priistas. ¡No ha llegado todavía el salvador que evite el cisma de la clase
priistas!
Comentarios a gaugar55@gmail.com
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