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lunes, 30 de noviembre de 2015

PLANA MAYOR

PLANA MAYOR
·        ¿Pactos de unidad en San Julián?
“La autocrítica logra su auténtica eficacia cuando es oportuna”. Jesús Reyes Heroles
Gaudencio García Rivera

El juego sucesorio de 2016 navega por las aguas brumosas del océano político, donde podría reflejarse la escena del manotazo autoritario del 2010 para imponer sucesor a modo del indolente y defenestrado titular del Poder Ejecutivo. Existe la percepción fuera de los altos círculos del poder público que no debe  reeditarse el dislate del 2010.
Repetir la escena sería como cavar la tumba para sellar  los 85 años que se ha perpetuado en el poder el viejo PRI, que por cierto regresó al poder presidencial con más mañanas y avances tecnológicos.  No puede ni debe actuar con decisiones asimétricas. Si no se renova y se ajusta a la reglas pragmáticas de la democracia, lo más probable es que la gubernatura cambié de dueño a favor de la alianza de facto del PAN-PRD.
La sociedad democrática, los mandantes, los ciudadanos de a  pie, se sienten agraviados por el gobierno transexenal –la dupla Fidel-Javier-, por los resultados adversos, involutivos, retrogradas y catastróficos que sembró a lo largo de 11 años en Veracruz. Las clases mayoritarias de la entidad, empresarios, intelectuales, artistas y periodistas han caído en el hartazgo social, no quieren saber nada que contenga el ADN del (des) gobierno duartista. No más de lo mismo.
En Veracruz  no caben los “gatopardismos”. Está visto que la democracia “dirigida” –aquella  que hizo famoso el controvertido negro, el extinto campechano  Carlos  Sansores Pérez, padre de la actual senadora petista y trapecista Layda Elena Sansores San Román-, sería un fracaso imponerla, como lo sería también hacerlo con el candidato que relevará a Javier Duarte. Pensar que los electores son ingenuos, miopes o escolares de Kínder Garden, sería faltarles el respeto.
De cara ya al disputado proceso electoral del 2016, el juego sucesorio ha dividido opiniones, se tejen verdades a medias y se elucubran estratagemas sobre los punteros naturales y los delfines que dan como un hecho que el elegido  por Los Pinos es Héctor Yunes Landa,  José Yunes Zorrilla o Alberto Silva Ramos, según el grupo o establo de sus simpatías.
La política, como dicen los iniciados, hay que descifrar la simbología, los mensajes y las gesticulaciones. Para las altas esferas del poder público, las visitas del presidente Enrique Peña Nieto del mes de noviembre -10 en Coatepec y 23 en el puerto de Veracruz- fueron claves en la vida del gobernador Javier Duarte. Festinaba a sus íntimos y daba por un hecho que la decisión favorece a su delfín Alberto Silva Ramos, dirigente estatal de PRI.
Beto Silva, que curiosamente el CEN del PRI lo sigue manteniendo con su escaño como diputado federal y no le ha solicitado su licencia para dedicarse de tiempo completo a la dirigencia estatal del instituto político mayoritario, en diálogos con su círculo de incondicionales ha externado su optimismo porque los vientos de Los Pinos favorecen su  encarte a la candidatura del hándicap gubernamental.
Pero del frente de la acera, de los senadores priistas Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla, la versión es opuesta, distinta. En la reciente visita de Peña Nieto al puerto de Veracruz –el 23 de noviembre con  motivo del Día de la Marina-, se flaqueó con Héctor Yunes en el acto oficial y después se tomó un selfie con los delfines duartistas, Érick Lagos Hernández, Jorge Carvallo Delfín y Adolfo Mota Hernández. Fue visible la ausencia de José Yunes.
Los apologistas de Héctor dan como un hecho que las muestras de afecto y deferencia que tuvo el presidente con él lo colocan como el elegido a la gubernatura, aunque se ha comprobado que la cercanía con el huésped de Los Pinos no es necesariamente que sea el bendecido. La dedocracia suele fracasar cuando no se escoge al idóneo de la baraja.
El ritual del juego sucesorio, donde cortesanos, apologistas y escribanos oficiosos recurren a chamanes, tarot, oráculos y magia negra para posesionar la aureola de los delfines y punteros del proceso electoral del 2016, podría despejar dudas, suspicacias y desdoros en el banquete que ofrece este viernes 27 el padre del senador José Francisco a la clase política veracruzana en el rancho de San Julián en Las Vigas. 
El encuentro a la que asistirá el gobernador Javier Duarte, los senadores Héctor Yunes y José Yunes, el dirigente estatal del PRI, Alberto Silva Ramos, y coronada por el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, los secretarios de la Sedesol y Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, Luis Videgaray, se le ha llamado la “comida de amigos” o de “unidad”, que vendría a ser una Perogrullada porque la sucesión ha estado manchada de rudezas, traiciones, golpeteos y autoritarismo de la cúpula del poder público.      
Sería un error imperdonable soslayar el doble discurso, la simulación y la censura que ha impuesto en el juego sucesorio el jefe de las instituciones en Veracruz por intentar imponer a uno de sus delfines que ocupa el último lugar de las preferencias del electorado. Sería anticipar una derrota y una debacle para el PRI que salpicaría el proceso electoral del 2018. Comentarios a gau41@hotmail.com                                         --oo0oo--
       

          
                    
   


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