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sábado, 24 de octubre de 2015

PLANA MAYOR


PLANA MAYOR
·        Veracruz pierde la brújula
Gaudencio García Rivera

No conforme con sus desatinos en la gestión gubernamental, la pésima planeación del gasto público, el grave deterioro de la moral pública —ha sido despedazada y lo poco que quedaba de la deontología—, las verdades a medias y ya no se diga la galopante inseguridad pública, la clase política gobernante continúa echándole más gasolina al fuego. Es una cleptocracia transexenal.
El estado no está para bollos. En cualquier momento puede despertar el Veracruz “bronco”, donde la sociedad civil y los ciudadanas de a pie se hagan justicia por su propia mano. Pero la cúpula política en el poder está obcecada, obnubilada e indolente, tomando medidas asimétricas y demagógicas. El primer círculo gubernamental ha perdido la brújula.
Los bretes sociales que socavan las columnas del tejido social se han disparado como pandemias del Apocalipsis de norte, sur y centro, por omisión o comisión del gobierno duartista que, mediante sus apologistas, escuderos, zalameros y cortesanos encubren los yerros de la clase política en el poder.
A esta singular miopía gubernamental —retroceso social en la mayoría de las asignaturas de la administración estatal, con pírricos avances en otros rubros—, hay que sumarle que el primer círculo de la clase política gobernante perdió la compostura, la ortodoxia, las formas y el fondo con el relevo abrupto de la dirigencia estatal del PRI para colocar a su peón con su ADN.
El primer priista del estado Javier Duarte ha recurrido a la facultad no escrita, a su derecho que le asiste también como gobernador para pedir ipso facto al presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, la revocación del hasta el viernes 16 dirigente estatal del tricolor, Alfredo Ferreira Saavedra, premiado a la Sedesol estatal, en un clásico madruguete a los aspirantes del juego sucesorio.
¿Por qué la prisa para dimitir de un manotazo a quién venía haciendo un digno, relevante y ejemplar papel al frente de la cúpula estatal priista? ¿Cuál fue el motivo, causa o razón para remover a quien se venía desempeñando brillantemente su papel en el bunker del PRI?
A raíz de la aprobación de la minigubernatura de dos años de 2016 a 2018 por el pleno de la Legislatura local, a petición del gobernador Javier Duarte —una estratagema para dividir a sus inquisidores y afianzar a sus peones—, los punteros del juego sucesorio y senadores priistas Héctor Yunes Landa y José Yunes Zorrilla han endurecido su discurso en contra de Duarte y sus incondicionales.
Los senadores priistas en lo individual y en sendas reuniones con sus correligionarios han elevado sus arreos y sus tabores de guerra en contra de los resquicios de corrupción oficial. Esto, por supuesto, exacerbó la retórica de Javier Duarte, quien se ha querido curar en salud con la ineficiencia, omisión, corrupción, nepotismo y conflictos de intereses de sus colaboradores con la pesca de algunos charales.
Ante la confrontación, disenso y crítica de los punteros priistas de la sucesión gubernamental de 2016 —más los que se sumen cuando se habrá la convocatoria, entre ellos los delfines duartistas—, Javier Duarte, parodiando a Maximilien de Robespierre, actuó con verticalismo y audaz cleptócrata para remover al dirigente estatal del PRI y colocar a su incondicional, el diputado federal por el distrito de Tuxpan, Alberto Silva Ramos.
Silva Ramos, quien asume la dirigencia estatal del tricolor el sábado 24 durante el cónclave del Consejo Político Estatal, entra como calzador al PRI, contra la voluntad de los senadores y exdirigentes estatales priistas Héctor y José Yunes, de otros miembros relevantes de la clase priista veracruzana y bajo un clima enrarecido que se vive en la entidad que amenaza con activar el Veracruz “bronco”, el Veracruz de carne y hueso, por la ineficiencia, corrupción, porosidad del tejido social, debilitamiento de las finanzas públicas y la creciente narcoviolencia del estado.
Con la imposición del tuxpeño, que dejó una deuda pública de 300 millones de pesos en la alcaldía de Tuxpan y una cifra aún no cuantificada en la coordinación general de Comunicación Social —de dónde saltó para la diputación—, el primer círculo de la clase política gobernante enfrenta su propio Waterloo que podría impactar en la hegemonía de la gubernatura del PRI en los comicios de 2016.
¿Lo permitirá Beltrones Rivera? Cualquier complicación en el juego sucesorio y jornada electoral de Veracruz, podría provocar un tsunami en las aspiraciones presidenciales del líder nacional del PRI. ¿O no es así?
                                          --oo0oo--


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