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sábado, 11 de abril de 2015

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La confesión de un amigo y la enfermedad del copiloto Lubitz
Noé Valdés

En el invierno de 1997, no recuerdo la fecha exacta, lo que sí sé que fue en los primeros días de enero. En la puerta de lo que ha sido nuestra fuente de trabajo por más de tres décadas, en Punto y Aparte, el que escribe, esperaba a al reportero con quien esa mañana asistiríamos a un desayuno que la Liga de Comunidades Agrarias invitaba; en la espera, se apersonó por ahí un amigo, un hombre acomedido, que en aquellos años, para ganarse el pan le hacía de todo, lo mismo sacaba el escombro de una construcción, repellaba una pared o la pintaba, sabe ganarse la papa de cada día para su familia.
Ese amigo (cuyo nombre me reservo), como siempre, alegre, la sonrisa o broma siempre va por delante, su buen humor lo manifiesta en todo momento. Aquella mañana lo noté preocupado, pensativo, ¡fuera de sus casillas pues!, imaginé que alguna carga negativa traía en su pensamiento, la cara alegre no se le notaba, esa mañana la sonrisa la había olvidado. Después del serio saludo, de sopetón soltó su ira y dijo.

_ Noé, voy a matar a un cabrón, mi mujer me engaña con él; lo traigo en mi mente y lo voy hacer.
_ ¿Y porque me lo dices?
_ ¡Porque eres mi amigo!
_ Si lo que me cuentas es cierto y dices que me lo compartes porque soy tu amigo, ¡entonces no eres mi amigo!, porque la confesión que tú me estás haciendo, no se le dice a un amigo, ¡lo comprometes!, ahora estoy obligado a ir con la autoridad y denunciar que vas a cometer un acto reprobable para la sociedad, de lo contrario sería tú cómplice.

Cuando mi amigo sintió que lo que acababa de decir, fue algo que no debió haber compartido con nadie, de inmediato corrigió, juro y volvió a jurar que lo que acababa de decir no lo realizaría. Aproveché para aclararle su pensamiento. Esa mañana fue la última ocasión que lo vi en persona. Como a los seis meses me habló por teléfono y me comento que ya estaba trabajando en el vecino país del norte, que la crisis ya la había superado, que su esposa y sus hijos vivían en la capital veracruzana y que tal vez, si las autoridades migratorias no lo detectaban, no regresaría a Jalapa.

Como pueden ver amables lectoras y lectores, siempre hay alguien que sabe las intenciones de otra persona, por una razón o por otra, siempre alguien se entera de lo que una persona pretende hacer, ya sea a favor o en contra de la humanidad; que no se quiera comentar es otra cosa, pero de que se sabe, ¡claro que se sabe!

En el caso del copiloto que estrelló el A320 de Germanwings cuyo destino era Düsseldorf, poco a poco vamos sabiendo de toda una cascada de problemas que traía en la mente y, lo peor, que mucha gente lo sabía, que no lo dijeron a tiempo y a quien se lo debieron decir, eso es otra historia, pero de que sabían de qué pie cojeaba Lubitz, por supuesto que varias gentes lo sabían.

Por medio de la prensa internacional ya nos hemos enterado de que Andreas Lubitz padecía un problema en la retina de uno de los ojos y que su problema era progresivo, también supimos, por los informativos, que se estaba medicando por depresiones que padecía, nos enteramos que tenía una novia y que en últimas fechas había un alejamiento sentimental y eso también fue otro motivo de depresión y lo último que nos enteran los medios, que en su ordenador, la autoridad que investiga, ha encontrado que Lubitz, buscaba formas de terminar con su vida, por lo menos se entrevistó con cinco médicos, entre psicólogos y neurólogos.

La realidad es que mucha gente estaba enterada de los males que padecía el aviador, de sus problemas sentimentales; en pocas palabras, de lo que estaba pasando por la mente de Lubitz y que no era nada bueno, sobre todo que era un peligro en potencia, sabiendo que se dedicaba a transportar pasajeros en avión y que en sus manos estaba la vida de los viajeros; pasajeros que con su mente sana, abordaban los aviones de la compañía alemana, sin saber que se ponían a merced de un piloto que en las más de las ocasiones no estaba en sus cabales. Es extraño que a una compañía, con el prestigio como el que ha mantenido por muchos años Luftansa y que en la atención, a simple vista se nota el control de calidad, ¡como que no cuadra!
En cuantas ocasiones nos habrá pasado lo mismo, que nos hemos embarcado en un avión y  no sabemos que intenciones lleva el capitán del vuelo, el mecánico del vuelo o el ingeniero del vuelo y, como nos subimos y las sobrecargo cumplen con su chamba, hacen que se viaje lo más cómodo posible, nunca nos pasa por la mente que alguien de la tripulación nos tenga puesta la mira y no lleguemos al destino, como sucedió con el avión de Germanwings filial de Luftansa.

Así que por razones de ética profesional de los médicos que atendían al copiloto, o como dijeran los sacerdotes de la iglesia católica, por secreto de confesión y por no sabemos cuántas hierbas más, hoy, 150 familias están de luto en el mundo, familias que han perdido a un ser querido, que por diversión, por paseo, por culturizarse o por trabajo, abordaron esa desafortunada nave en Barcelona y nunca llegaron a su destino que era Düsseldorf.
Lo hecho, hecho está, hoy, las compañías que vuelan en el mundo podrán cambiar sus protocolos, ya no van a dejar solo un piloto, un copiloto o un ingeniero de vuelo, en la cabina de un avión que va a 33 mil pies de altura y hasta pueden inventar poner piloto automático que desde tierra lo puedan operar, el daño está hecho, las ciento cincuenta personas que se fueron al cielo, allá se quedaron, ya no los tendremos en tierra más que en el corazón.

La cuestión es que los que pudieron haber hecho algo no lo hicieron, los que sabían de los padecimientos del copiloto no lo divulgaron a tiempo, ya todo está consumado y solo se espera que no vuelva nunca más a suceder algo de lo que muchos, hoy se han de arrepentir de no haber hablado a tiempo. Hasta pronto.
DORMIR BIEN


¿Qué tal duermen amables lectoras y lectores?, ¡bien!, qué bueno, porque los que no duermen bien son los vacacionistas de Semana Santa y que ya ingresaron el lunes a la chamba, hoy están pidiendo otras vacaciones para recuperarse de las vacaciones; el estar de regreso a casa les da tranquilidad,  lo que les quita el sueño son los estados de cuenta del dinero de plástico, en unos días van a llegar como lumbre, bueno pero lo paseado y bailado nadie se los quita, que les aproveche. Hasta pronto. 

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