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miércoles, 17 de octubre de 2012

Fuimos niños y jóvenes


José Luís Loyo Ochoa
Octubre  17/2012
                                                          

CUANDO LOS PADRES SE PREOCUPAN Y SABEN EDUCAR A SUS HIJOS LA DELINCUENCIA SE AUSENTA DE CEREBROS INFANTILES.
J. L. L. O.

               
              Algo que parece ser olvidado por quienes hoy nos gobiernan es hecho y razón, todos sin excepción hemos sido, desde niños, jóvenes y adultos, son ciclos de vida a los cuales nadie escapa, igual que el nacer y morir, son situaciones propias del humano del diario andar, pero desgraciadamente no todos los tiempos han sido iguales, existe muchas diferencias que van marcando los tiempos, hoy vivimos una etapa de violencia que ayer ni sabíamos podía existir, se cumplen los preceptos y el hombre se vuelve el lobo del hombre devorándose a sí mismo en ésta nueva vorágine de vida que, más que vida es subsistencia por la vida, es decir, solo logran sobrevivir los más fuertes que quiere decir, los violentos al diario sobrevivir, aquellos que logran desprotegerse de sentimentalismos incluso por sus mismas familias. Algo que, aunque duela, es la realidad que vivimos.
 
Ayer, cuando fuimos niños, nuestros padres, abuelos y tíos se preocupaban por darnos esa educación que hoy es historia, cosa del pasado, algo a lo que las nuevas generaciones ni la conocieron y menos aún la saben llevar a cabo en su vida diaria. En los tiempos idos quien tenía edad mayor, aunque no peinara canas, podía reprimir nuestro comportamiento con la anuencia de nuestras familias, es decir, si en la calle nos sorprendían con malas acciones nos podían reprender e incluso acudir a nuestros hogares para dar cuenta a la familia de lo que hacíamos en la calle, y ello era motivo para que nuestros padre, abuelos o tíos fueran severos con nosotros, ni que decir de los mentores, aquellos maestros de antaño que eran tanto dentro las aulas como en las calles, nuestros segundos  padres, con autoridad sobre nosotros para corregirnos e incluso llevarnos de las patillas hasta nuestra casa para darles a saber a los padres nuestro comportamiento callejero. En la instrucción primaria existía la materia de CIVISMO, una materia que nos hacía entender y comprender que significaba la educación desde sus raíces. Vea usted ahora cuantos de los que ya pasamos los cincuenta años de edad estamos convertidos en mafiosos o vándalos, la gran mayoría hemos sido de las personas consideradas de bien, trabajadores y, sobre todo, respetuosos con todos, sin excepción, respetamos a los niños, jóvenes, adultos y sobre todo a los ancianos.
 
 
Pero sí había educación
 
 
Pero ese tipo de vida nos hizo aprender lo que hoy se desconoce, LA EDUCACIÓN, pero la educación que nos lleva a comprender que el respeto es la llave que abre toda puerta del diario andar por la vida, respetar a los demás es sin duda alguna respetarse a sí mismos y enseñar a nuestros hijos ese sencillo pero efectivo sistema de vida. ¿Hoy los jóvenes saben respetar a los mismo jóvenes, a los adultos, a los ancianos?, ¡Claro que no!, los tiempos de hoy se han convertido en la jungla de todos.

 
Excusas hay muchas, las arduas horas de trabajo para poder lograr el sustento diario serán sin duda alguna las más socorridas excusas, en los tiempos actuales nadie sabe el nombre de los vecinos de al lado, mucho menos en que trabajan las familias vecinas, la preocupación más apremiante es en cerrar la puerta antes de que se den cuenta qué tenemos en casa y darles la oportunidad de pensar en asaltarnos. El miedo de hoy es colectivo, nadie escapa a ese miedo por el diario vivir, y con ello olvidamos incluso que una sonrisa puede servirle de llave al nuevo ciudadano para abrirse todas las puertas, el mismo vecindario donde nos toca vivir puede convertirse en nuestra más segura cobija si volviéramos a recodar el valor de una sonrisa amigable con nuestros vecinos, y si hemos de ir más lejos, un HOLA sería el mejor rompe hielo, que permitimos se desarrolle hasta crecer como un témpano de hielo de los glaciares árticos, pero no, en lugar de volver a las acciones de antaño nos volvemos más huraños, no damos paso a la educación que los viejos nos enseñaron.     
 
 
Y mínima delincuencia 
 
 
Como podemos apreciar, en nosotros esta esa llave maestra que puede abrir todo, el todo está sin lugar a dudas en nuestra fraternidad con nosotros mismos y con el vecindario que nos toca para vivir, si de nueva cuenta volviéramos a la actitud de hacer migas entre todos los vecinos nos cuidaríamos unos a otros, como antaño, cuando las madres salían al mercado y dejaban la olla de los frijoles en la lumbre, y la vecina entraba a la casa para ponerle agua a esa olla o bien para apagar la lumbre con el fin de evitar se quemaran esos frijoles. Todo éste recordatorio de cómo estaba nuestra sociedad en antaño es con la única finalidad de demostrarnos a nosotros mismos que no todo está perdido, que podemos volver a mirar y sonreír al mundo solamente con un poco de la educación perdida, con una actitud amable y de respeto para todos, desde los vecinos hasta los que no lo son. Toca a usted mi amable lector hacer una revisión y análisis de éste espacio para dilucidar usted mismo si estamos aún a tiempo para poder hacernos una vida en convivencia más llevadera o, en su defecto dejarnos llevar por las incertidumbres que nos dejan las olas delincuenciales, y por hoy es todo cuanto podemos expresarle poniendo nuestro granito de arena para poder volver los ojos a una vida mejor, tratando de que no olvide usted las palabras mágicas que son, por favor y muchas gracias, dejándoles nuestros correos electrónicos donde trataremos de servirles con gusto.   loyocrucero@hotmail.com  y  loyocruceropolitico@yahoo.com.mx   y mil gracias por su atención.        

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