Prosa aprisa
Una podredumbre en la que todo puede ser
Arturo Reyes Isidoro
“No ocupo el cargo para vengarme. Las cosas hay que decirlas
como son. No tengo la menor duda. Es que el asunto es como lo dije”.
Así, calmado pero tajante, me respondió ayer, al entrar la
noche, el diputado local Francisco Garrido Sánchez, presidente de la Comisión
Permanente de Vigilancia de la LXIII Legislatura del estado cuando le pregunté
si no había mar de fondo en la seria e insólita denuncia que hizo ayer en
contra de su propio compañero Juan Cruz Elvira, del Partido Verde Ecologista de
México, secretario además de la Comisión Permanente de Desarrollo Económico del
Congreso local.
Garrido, del partido Alternativa Veracruzana (Ave), en su
calidad de presidente de la Comisión Permanente de Vigilancia, demandó ayer
ante tribuna que se transparente el destino y aplicación de 100 millones de
pesos (¡fiuuu!) que autorizó el Congreso local en 2014 disque para impulsar la
reactivación del cultivo de la piña,
recursos que manejó Cruz Elvira.
Dos párrafos de un boletín de prensa del propio Congreso
hablan por sí solos: “Cuestionó que de los 100 millones de pesos
autorizados, la Unión de Ejidos de A. V. BONFIL, Sociedad Productora Rural de
Responsabilidad Limitada o Unión de Ejidos Alfredo V. Bonfil, ha recibido 45
millones de pesos, sin que al día de hoy exista evidencia física de que
realmente dichos recursos se hayan entregado a los productores”.
“El diputado exhortó a que se informe quiénes han sido los beneficiarios de
los recursos transferidos por la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan)
a la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesca (Sedarpa) y
el monto otorgado a cada uno”.
Le pregunté a Garrido Sánchez si no se trataba de un acto
de venganza, de una diferencia por ser de distintos partidos. “El dinero se lo
dieron. No ha llegado a ningún productor, así que son puras piñas”, me declaró.
Tal vez como me sintió incrédulo, dado que luego entre
políticos y diputados se tapan con la misma cobija de la corrupción e
impunidad, por lo que despierta sospecha cualquier denuncia como la que hizo,
me puntualizó: “Créame que lo tengo más que analizado, checado, si no, no me
atrevería a hacer una denuncia como la que hice”.
No obstante, un tanto indulgente, concedió el beneficio
de la duda: “Lo que mejor puede pasar es que el dinero les llegue a los
productores y que a partir de hoy esté corriendo la lana”.
No dejó de dolerse, de quejarse. Me confió que hubo
varios diputados priistas que enterados de la denuncia que iba a presentar le
dijeron que se le iban a sumar. “Me dejaron solo con la excepción de Ricardo
Ahued, quien me respaldó. Los demás no se quisieron meter”.
Le insistí en que si su denuncia no tenía que ver con su
supuesta aspiración a ser candidato a la minigubernatura de dos años. “No sería
comparsa, ni saldría con rollos ni se trata de un acto de venganza. Si
demuestra el buen uso de los recursos yo sería el más feliz, pero como no es
así tampoco puedo ser cómplice”.
Pero el diputado Garrido hizo otro serio señalamiento
también en contra del subsecretario de Desarrollo Agrícola de la Sedarpa,
Valentín Casas Cortés. Le pregunté si tenía sustento al demandar que lo echaran
de la Secretaría. “Es nocivo para el campo”, me respondió.
Me recordó que en diciembre pasado, durante la glosa del
V Informe de Gobierno, en su posicionamiento, de frente y delante de todos, le
pidió que renunciara al cargo. Me dijo que ha abusado de su cargo para hacer
negocios personales. “Ese señor tiene que irse”.
Y lo aproveché para preguntarle sobre un tema más: sobre
el presunto daño patrimonial por poco más de 14 millones de pesos por parte de
la Secretaría de Infraestructura y Obras Pública durante el paso por la
dependencia del hoy aspirante independiente a la gubernatura del estado,
Gerardo Buganza Salmerón.
No le dio vueltas al asunto. “Puede que la
responsabilidad no caiga en él”, me aclaró. Me dijo que el asunto tiene que ver
con los recursos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, pero me
aclaró que el señalamiento era por una “auditoría espejo”, esto es, que sólo
replicaba un señalamiento que está haciendo la Auditoría Superior de la
Federación (ASF) porque no está claro el destino de ese dinero y no se ha
comprobado en qué se utilizó.
Transcribo los tres últimos párrafos del boletín del
Congreso local: “Por ello hizo (Garrido) un exhorto para cerrar filas y
hacer un frente a fin de que se transparenten esos recursos y no perjudicar de
manera irreversible el desarrollo y el bienestar de las familias veracruzanas”.
“El legislador Ricardo Ahued, presidente de
la Comisión Permanente de Desarrollo Económico, se sumó a este pronunciamiento.
Dijo que en lo personal quiere ver cuántos y quiénes son los campesinos que se
beneficiaron con esos proyectos”.
“Sería muy grave que se beneficie a una sola
organización, la Sefiplan debe seguir la ruta de ese dinero, investigar y
revisar, ‘porque sería penoso que ese recurso público se asigne así
porque sí y no se respeten métodos y formas’”.
La denuncia ahí está. Es seria. Grave. El monto total no
es cualquier baba de perico: se trata de 100 millones de pesos, de los cuales
fueron entregados 45, ¡45 millones! El que denuncia es un diputado local, que
merece credibilidad. Salvo uno, los demás lo dejaron solo, en plan cómplice.
¿Alguien duda que la corrupción y la impunidad se enseñorean en Veracruz?
Ayer mismo no faltó un político que me dijo: “Que no se
hagan. El dinero, la mayor parte no se la quedó Cruz Elvira. Se la dio a Erick
Lagos Hernández para su campaña a diputado y para su precandidatura a la
gubernatura de dos años”. No hay nada que lo sustente. Pero esto es una
podredumbre en la que todo puede ser. Y así quieren que los veracruzanos salgan
a votar por ellos.
¿Le jalan los bigotes al
tigre?
Ayer mismo traté de obtener una reacción de Gerardo
Buganza Salmerón ante la posible responsabilidad que le tocaría por el
señalamiento que, según Garrido, hace la ASF. No me fue posible obtenerla.
Hasta donde lo conozco, el exsecretario de Gobierno no es
un santo, no obstante que es un devoto católico que va a misa a diario si se
puede, y seguramente aclarará el asunto y saldrá bien librado.
Pero, pienso, si de lo que se trata es de intimidarlo
para que no crezca como candidato independiente o para que no decline, en
última instancia, a favor de alguien que no sea del grupo en el poder, podrían
estarle jalando los bigotes al tigre.
Buganza sabe mucho y de muchos y si lo orillan lo
obligarán a que hable y a que destape la cloaca con la que se encontró al
llegar a la entonces Secretaría de Comunicaciones. Que se sepa, tiene todos los
testimonios y pruebas documentales para defenderse con mucha solvencia.
Tal vez hasta le convendría que lo hostigaran pues ya no
tendría compromiso para quedarse callado lo que, por lo demás, lo ayudaría a
levantar su aspiración, su candidatura y su campaña. Si Buganza habla va llover
caca, mucha caca.
Pienso que sería muy sano que sucediera. Pero mejor habrá
que esperar.
Lo único lamentable y triste de todo es que no va a pasar
nada. Las denuncias van a quedar sólo en eso. Sí hay responsables pero no los
van a buscar o no los van a querer ver y la impunidad seguirá enseñoreándose.
Esto está podrido.
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