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martes, 29 de septiembre de 2015

Prosa aprisa


Prosa aprisa
Duarte le responde y humilla a Héctor
Arturo Reyes Isidoro
Ayer, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, con una fina ironía que nunca antes se le había visto, asestó un golpe seco, sólido y contundente al senador Héctor Yunes Landa, su correligionario político.
En forma original, inteligente y sarcástica, respondió así a la declaración que hizo Héctor el miércoles 23 en el sentido que de llegar a la gubernatura de Veracruz de dos años, en 2016, combatirá la corrupción, meterá a la cárcel a los corruptos, inhabilitará de por vida a funcionarios públicos que hayan incurrido en desvíos de recursos y empezará por investigar a los “peces grandes, lobos, pececillos y demás”, con el fin de que devuelvan lo sustraído en forma indebida.
“… la siguiente administración estatal deberá vigilar con ‘lupa’ a todos los que han metido la mano al cajón y hay ‘peces gordos, lobos, pececillos, hay de todos los tamaños’. Hay que empezar por los grandotes, pero hay que entretener a algunos tantito, esos que traen escoltas, vehículos lujosos, del más alto nivel para abajo… porque luego resulta que con sueldos mensuales de 30 mil pesos adquirieron lujosas mansiones y hay cosas obvias, el funcionario ratón no sólo no oculta lo robado, sino que todavía lo presume”.
En realidad, en ese boletín el senador hizo declaraciones que se podrían considerar hasta temerarias, por lo delicado que dijo, aunque no menciono nombres ni hizo excepciones, por lo que generalizó. Todos interpretaron que sus palabras llevaban dedicatoria para los actuales huéspedes del Palacio de Gobierno.
Dijo que “… a ver si los funcionarios públicos de la siguiente administración estatal no son metodista, que son esos que meten de todo, desde cocaína hasta otros polvos, el rastro queda en el pelo que es donde más permanece, además que no tengan antecedentes penales”. Señalamientos contundentes, sin duda, si no fuera porque forma parte de esa clase política a la que acusa y se ha quedado callado en otras ocasiones ante la sospecha o el escándalo de actos de corrupción, lo mismo en el nivel local que federal.
Cuatro días después, ayer, Duarte se dio por aludido e igual, sin mencionar nombres, en forma indirecta aunque en forma hiriente no sólo le respondió sino que lo expuso a la burla pública y hasta lo humilló durante el acto en que asumió la dirigencia estatal de la Liga Agraria el líder cañero Juan Carlos Molina, en un acto celebrado en el World Trade Center de Boca del Río.
“… hoy, es el cumpleaños del senador Héctor Yunes –dijo en alusión a que el senador estaba cumpliendo 57 años– y he escuchado y he leído en algunos medios de comunicación su afición por la pesca, así que me permito regalarle al senador Héctor Yunes esta caña de pescar, para que pesque esos peces gordos que busca”.
Las crónicas narran –y es de entender– que el legislador, quien presuroso se dirigía en el presídium y ante la vista de todos a recibir su regalo, al escuchar las últimas palabras perdió la sonrisa que llevaba, aflojó el paso y “tardó una eternidad en llegar a recibir su regalo” (Rodrigo Barranco Déctor, alcalopolitico.com).
Duarte, quien ya había cortado cartucho para entonces, jaló del gatillo: “Le recomiendo, aquí, muy cerquita de aquí, en el Estero, hay unos peces gordos también muy importantes que puede pescar con esta caña”, en clara alusión a la familia Yunes Linares-Márquez, sus jurados enemigos, a los que a través de los diputados federales y locales ha estado acusando ante la Procuraduría General de la República y la Fiscalía General del Estado por presuntos actos de corrupción y enriquecimiento inexplicable.
Luego le sopló al cañón de la pistola, que todavía echaba humo, volvió a apuntar y a jalar el gatillo: pidió a su “amigo”, al que hasta hace algunos días apoyaba en su aspiración a sucederlo, que con la misma vara que mide a sus correligionarios, o sea a los priistas en el actual gobierno, mida a “todos los de enfrente”, aunque sean sus familiares (primo y sobrinos), “que son peores todavía… que existen de aquel lado”.
Nunca, que se recuerde en la historia política de Veracruz, un gobernador había hecho escarnio de un senador de la república ante miles de testigos. Las fotos muestran a Duarte viendo de frente a Héctor al momento de darle la caña de pescar y dándose los dos un apretón de manos. El senador no supo cómo reaccionar, se tragó la humillación mientras todos se reían, algunos a carcajadas, y ya con la espalda doblada –así lo muestra otra foto– se dirigió a su lugar con la caña motivo de la burla. Ninguno de sus colaboradores corrió a quitársela de las manos y con ella permaneció sentado en su lugar (así lo muestra otra foro). Mientras viva, nunca va a olvidar el día de su cumpleaños 57. Los veracruzanos, tampoco lo que sucedió. Lo bueno es que en el PRI hay unidad, qué si no.
Queda claro que hasta ahora y en tanto no se defina la candidatura del PRI para suceder a Duarte, Héctor es el gran perdedor. Perdió la carrera ascendente que llevaba cuando dio un bandazo y abandonó la actitud crítica que sostenía desde 2013 contra el actual gobierno, actitud que había recrudecido cuando se aprobó la gubernatura de dos años en diciembre pasado, presuntamente a cambio de apoyo para que fuera el próximo gobernador. Perdió en su imagen cuando acudió a la Casa Veracruz a dialogar y se empezó a mostrar complaciente e incluso a acompañar y a aparecer en público con el gobernador (ahora se ha de dar de topes contra la pared por haberlo hecho). Perdió confianza ante el electorado al mostrarse incongruente, pues de nuevo volvió a su actitud crítica porque presuntamente ya no tiene el apoyo oficial para ser el “bueno”. Perdió ante sus seguidores que esperaban ayer que no recibiera la caña objeto de la burla y que abandonara de inmediato el acto (lo dejaron solo; ninguno de los que estaba presente salió a defenderlo). Perdió el apoyo del gobernador, si es que lo tenía, pues es evidente la ruptura. Ahora sólo falta que pierda la gubernatura.
La reacción de Héctor
Por la noche, el senador envió un boletín de prensa donde dice que se vio obligado a abandonar el evento, “al sufrir una falta de respeto a mi familia y a mi persona, pero sobre todo, a millones de veracruzanos que escucho a diario reclamar con toda justicia el castigo a los culpables del saqueo que ha sufrido Veracruz”.
Que no es aficionado a la pesca deportiva, “pero sí al combate a los depredadores, particularmente los del erario público, que han hecho un inmenso daño a Veracruz”. “Nunca mencioné en mi declaración que los ‘peces gordos’ a los que hacía alusión fueran ni funcionarios estatales, ni correligionarios, ni mucho menos a miembros de su familia. Si él así lo interpretó, debe ser por información que obra en su poder”. “Nunca he permitido que se me ofenda y siempre he sido respetuoso de las familias de los demás… Le devuelvo al gobernador su caña que sólo sirve para pescar charales. Me es inútil. Si quiere ayudarme, que me envíe un barco para pescados de gran tonelaje. Apenas será suficiente para lo que vendrá”. La caña la devolvió a la Casa Veracruz Jorge Moreno Salinas.
También raspó a Pepe
Pero Duarte también raspó a Pepe al recordarle que él como presidente de la Comisión de Hacienda del Senado avaló y defendió el aumento de impuestos “por el bien de la Nación”. “Junto a Pepe me tocó ese pasaje de la historia (cuando eran diputados federales), de ser solidarios, de aumentar del 15 al 16 por ciento el Impuesto al Valor Agregado (IVA), cuando la nación lo requería. Y hoy como presidente de la Comisión de Hacienda en el Senado de la República no tan sólo la aprobó, sino que fue defensor de la Reforma Hacendaria”.
Sin embargo, con Pepe matizó, mordió el freno. “Reforma que significó aumento de impuesto pero que hoy significa el desarrollo del progreso de nuestra Nación, esa es la responsabilidad que exigen los nuevos tiempos, y eso es lo que hace el senador Pepe Yunes Zorrilla. Pepe me siento muy orgulloso de ser tu compañero de trabajo”.
Por la tarde, antes de que Héctor reaccionara, Pepe envió un boletín reiterando su postura, en el sentido de “que antes de aumentar las tasas de cualquier gravamen debe hacerse un esfuerzo por eficientar el gasto público con medidas de austeridad y mediante una reingeniería administrativa”.









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